El fuego es una fuente de calor,
luz y energía que todos los hombres han usado desde que fue descubierta en la historia. El fuego hoy representa el conocimiento, el poder, la
permanencia y la constancia en una actividad determinada. Decimos de forma
cotidiana que algo está encendido cuando hay emoción, pasión y furor en ello.
El fuego transforma desde los
alimentos para que podamos comerlos, hasta el oro y el hierro para hacer de
estas materias primas un producto utilizable por la humanidad para construir
estructuras utilitarias o simplemente para adornar y enaltecer algo o a
alguien. El fuego destruye controlada o descontroladamente. Necesitamos el
fuego, pero no podemos exponernos a él de forma irresponsable, sin tener
precauciones ni conocimiento de su poder y sus efectos.
Dios, utilizó la figura del fuego
para que su pueblo comprendiera varias cosas. El llamó la atención de Moisés (Éxodo3:2) hablándole desde una zarza que ardía sin consumirse. Así se mostró al
patriarca y profeta como un fuego hacia el cual debe tener reverencia, un fuego
que le da dirección a su vida mediante la palabra y que puede mantenerse en
armonía con todo aquello que toca apaciblemente.
También una inmensa columna de
fuego (Éxodo 13:21) era Dios delante de su pueblo guiándole por las noches en el
desierto y en forma de fuego descendió del cielo sobre el monte Sinaí (Éxodo 24:17)
para presentarse a todos. Cumpliendo con su promesa, cincuenta días luego de la
resurrección de Jesús, envío al Espíritu Santo para bautizar a su iglesia con
visibles y enormes lenguas de fuego sobre las cabezas de los congregados (Hechos2:2-3) el día de Pentecostés.
Él se presenta delante de ti con
toda la pasión del fuego y por eso también espera que tú le brindes cada día
una ofrenda encendida. Una acción de gracias enardecida y alegre que salga de
lo profundo del corazón, una oración apasionada que cada día sea diferente y
que no responda a una costumbre monótona y rutinaria. Dios puso su fuego dentro
de ti y quiere que con ese mismo fuego transformes tu vida y proceses todo lo
que has de ofrecerle para que tu trabajo, tu sacrificio, tus ideas y la obra de
tus manos suba hasta El con un aroma fragante que le agrade. Recibe una sonrisa
de Dios y tu alma encuentre gracia en sus ojos por la ofrenda encendida que
sale de tu corazón.
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